sábado, 22 de agosto de 2009

DESDOBLAMIENTO

Siempre quedo sorprendido y paralizado al descubrirme.

A veces, cuando termino de leer una página de algún libro, antes de pasar a la siguiente, levanto la mirada y allí estoy, en un rincón del salón.- En ocasiones, al pasar por el pasillo, me veo de espaldas en cualquier habitación, mirando por la ventana hacia la calle.- En otros momentos, reconozco mis propios pasos huir fugaces, después de notar un leve roce sobre el envés de mi mano, mientras sostengo alguna vieja fotografía.- Durante ciertos anocheceres, desde mi dormitorio -que da al patio- me observo allí, sentado en los escalones que llevan a la azotea.

Cuando tienen lugar todos esos inesperados encuentros, duele.

Entonces, para tratar de poner remedio, me escondo. Detrás de cualquier cortina, en el hueco de la escalera que sube a los dormitorios, bajo mi cama, o entre el sofá y la pared.- Así, en silencio y para mis adentros, con tensa parsimonia, cuento hasta veinte, o hasta treinta o incluso hasta cuarenta, según los días.-

Al acabar, asomo la cabeza, salgo con sigilo, cierro despacio todas las puertas de la casa, mudo de lugar las sillas, descuelgo los espejos y los encierro en el trastero.- Todo ello con la esperanza de no volver a tropezar conmigo. En la confianza de perderme para siempre en la espesura del olvido.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario